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viernes, 16 de julio de 2021
jueves, 8 de julio de 2021
9 DE JULIO: DÍA DE LA INDEPENDENCIA
9 de julio y género: «Escribir la Patria»
En esta oportunidad invitamos a abordar la Independencia desde una mirada de género a través del material de la colección «El género de la Patria». Esta colección elaborada por el Programa Educación y Memoria propone diversos abordajes y reflexiones en torno al papel de las mujeres en la historia nacional y latinoamericana.
Por esta razón, les proponemos pensar la Independencia desde la vida de la escritora Juana Manuela Gorriti. Una historia que condensa cómo una mujer pudo conquistar, para sí y para otras mujeres, una voz autónoma en las letras argentinas, un espacio que a lo largo del siglo XIX -y en buena parte del siglo XX también- estuvo predominantemente ocupado por los varones.
Si las efemérides contribuyen a enhebrar nuestra pertenencia a la nación y cumplen un rol decisivo en la construcción de la vida en común, no es posible pensarlas sin considerar el lugar de las mujeres en la historia argentina. La Declaración de la Independencia nos permite así recuperar historias como la de Juana Manuela Gorriti, quien llevó bien lejos uno de los actos más independientes que pueda imaginarse: tomar la palabra y desarrollarla en una escritura autónoma.
¿Qué pasó el 9 de julio de 1816?
En Mayo de 1810 los revolucionarios habían manifestado la voluntad de organizar un gobierno propio, pero esto todavía no significaba la ruptura plena con la Corona Española. De hecho, tras la captura de Fernando VII, en manos de las tropas napoleónicas, se crearon tanto en España como en el territorio americano distintas juntas que ejercían el autogobierno pero que al mismo tiempo reafirmaban su lealtad al rey cautivo.
En la historia argentina, 1816 es un año decisivo ya que se produce el pasaje del autogobierno a la Independencia. Su relevancia tiene relación con el delicado y complejo contexto político local e internacional en que tuvo lugar la Declaración de la Independencia. En efecto, la derrota de Napoleón en Europa implicó el avance de las monarquías absolutistas y el inicio de un clima hostil para las ideas republicanas. Asimismo, este hecho posibilitó la recuperación del trono de Fernando VII, que inició una ofensiva militar en América para volver a tomar el control en los territorios que estaban en manos de los revolucionarios. Así, hacia 1816 el ejército realista avanzaba por toda la región derrotando a una parte de los movimientos independentistas americanos, mientras se hacía fuerte en Lima.
En el plano local, la situación no era menos compleja. A partir de la Revolución de Mayo de 1810 los gobiernos provisorios que se sucedieron en las Provincias Unidas, con sede en la ciudad de Buenos Aires, eran centralistas, lo que fue provocando fuertes tensiones con el resto de los pueblos, ciudades y provincias emergentes. Frente a este escenario surge la llamada “Liga de los pueblos libres”, una confederación de provincias aliadas que ofrecía una opción con amplias bases populares para dirimir la cuestión de la independencia. Esta liga fue liderada por José Gervasio Artigas, gobernador de la Provincia Oriental, y estaba conformada por las provincias de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y los pueblos que componen la actual provincia de Misiones.
En medio de esa situación se reunió, entonces, en San Miguel de Tucumán el Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica. Las sesiones se iniciaron el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados (cada provincia eligió un representante cada 15.000 habitantes) provenientes de un territorio diferente a lo que hoy es Argentina. Por ejemplo: Charcas, hoy parte de Bolivia, envió un representante. En cambio, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe no participaron del Congreso porque estaban enfrentadas con Buenos Aires y en ese entonces integraban la Liga de los Pueblos Libres junto con la Banda Oriental.
El objetivo del Congreso era declarar la Independencia y decidir una nueva forma de gobierno. Si bien fracasó en este último punto, la Independencia fue proclamada, lo que implicaba enfrentarse a problemas políticos bien complejos: qué significaba ser “independiente” en este contexto y ante quién o quiénes debía declararse la Independencia.
¿Quién fue Juana Manuela Gorriti?
¿Qué significaba la Independencia para las mujeres si, en las condiciones de esa nueva sociedad que surgía en las primeras décadas del siglo XIX, eran libres pero, a la vez, dependían de sus padres y esposos? La historia de Juana Manuela Gorriti ofrece una respuesta novedosa a algunas de las preguntas que abrió el proceso independentista.
Nació en Rosario de la Frontera, provincia de Salta. No hay acuerdo sobre la fecha precisa del nacimiento: algunos historiadores la sitúan el 15 de junio de 1816, otros el mismo día pero del año 1818. Formó parte de una familia que fue protagonista en las luchas por la Independencia: era hija de José Ignacio Gorriti, representante por Salta en el Congreso de Tucumán (1816) y luego gobernador de esta provincia. También lo fue su tío, Juan Ignacio Gorriti, que a la vez había representado a Salta en la Junta Grande en 1811. Su familia mantuvo, además, estrechos vínculos políticos con Martín de Güemes.
Juana Manuela Gorriti generó diversas iniciativas que habilitaron nuevos espacios para las mujeres. En Lima y en Buenos Aires organizó tertulias en las que invitaba a las mujeres a ilustrarse y a escribir. Aceptaba e incluso fomentaba que las mujeres asistieran a las tertulias con sus hijos e hijas. Se encargó de promover un público lector femenino y editó revistas junto a otras mujeres. Escribió relatos sobre mujeres destacadas en la historia argentina y sudamericana, como el caso de Camila O’Gorman y el de Juana Azurduy.
En sus textos literarios las mujeres ganan protagonismo, y no sólo las que formaban parte de las familias patricias sino también de los pueblos originarios. Muchos de sus relatos cuentan la historia de mujeres asesinadas por varones mostrando, de este modo, una dimensión social de la violencia no siempre atendida en las reconstrucciones de la época. Su familia era de extracción unitaria; sin embargo, las mujeres federales ocupan el centro de la escena en varios de sus cuentos sin por ello ser demonizadas, como por ejemplo en “La hija del mazorquero”. Una de sus mayores audacias, como sostiene la escritora y ensayista Cristina Iglesias, ha sido la de escribir sobre aquello que estaba autorizado solo a los varones: los conflictos políticos, el drama de la historia argentina.
En 1848 escribió “La quena”, una pieza clave del romanticismo argentino. La escritora y crítica literaria Mariana Enríquez ha puesto énfasis en los procesos de retraducción de la literatura gótica que aparecen en la obra de Juana Manuela Gorriti, llena de fantasmas, en general femeninos, que acechan a los vivos. En cualquier caso, su obra se conectaba así con el problema de la autonomía cultural, cuestión abierta por el proceso independentista: cómo decir y pensar, con los propios medios expresivos, aquellos problemas que atañen a la condición humana.
En sus últimos años viajó a Buenos Aires, en el momento en que se consolida el Estado Nacional, de manera que el principio y final de su vida coinciden con el inicio y el cierre del proceso independentista. La biografía de Juana Manuela Gorriti permite comprender que la Independencia, además de declararse, tuvo que ser conquistada y reafirmada día a día. En este sentido, Gorriti abrió caminos no sólo para las mujeres de su tiempo, sino también para las venideras.
La autonomía política plena que se declaró en 1816 no fue el punto de llegada, sino el punto de partida de un problema de más larga duración: el de la autonomía cultural de las nuevas repúblicas. Reconstruir la historia de Juana Manuela Gorriti supone, entonces, volver a retomar la discusión sobre los libros y los textos que tornaron legible nuestra propia historia. Su biografía asume una significación histórica singular, pues se trata de una escritora mujer y sudamericana que tiene que hacerse un lugar en la llamada “república de las letras”.
Su nombre forma parte de una “tradición selectiva” que la recupera en tanto escritora que inició un camino en el mundo de las letras en un contexto político complejo, que sirvió de espejo a otras autoras para intervenir en un tiempo presente no menos complejo, como en el caso de la novela “Juana Manuela mucha mujer” de Martha Mercader, publicada en 1980. Teniendo en cuenta que las letras eran un espacio “colonizado” por los varones, su historia nos permite pensar los efectos de la Declaración de la Independencia a través de uno de los actos más radicales que habilitó este acontecimiento: que una mujer sudamericana pueda escribir la Patria.
Gorriti y Azurduy. La independencia en cuerpo y texto de una voz propia
La investigadora María Celia Bravo, Doctora en Historia y docente de la Universidad Nacional de Tucumán, analiza la traducción del Acta de la Independencia al Quichua y al Aimara como un hecho político fundamental, históricamente silenciado, que da cuenta de las alianzas políticas necesarias y del carácter profundamente popular y territorial que implicaba el proceso independentista. En este contexto, propone a la vez recuperar la voz y la palabra de una de las primeras escritoras mujeres en firmar su obra con propio nombre, Juana Manuela Gorriti, para trazar a partir de ella una semblanza de una destacada mujer lideresa en las luchas por la independencia, Juana Azurduy. Historias de vida personales y familiares que pueden ser leídas, entrecruzándose con acontecimientos políticos decisivos en la región, como parte del reconocimiento de una historia contada en primera persona por sus propias protagonistas.
Finalmente, invitamos a reflexionar sobre Juana Manuela Gorriti, su condición de mujer, escritora y sudamericana que tuvo que hacerse un lugar en la así llamada “República de las letras”, espacio mayormente colonizado por varones, y sobre la importancia de reivindicar su historia en la actualidad:
¿Cómo imaginan que era ser mujer en ese momento de la historia argentina?
¿Cuál era la relevancia de sostener el nombre propio, el de una mujer, al firmar sus obras?
¿Por qué creen que el relato de su vida se rescata en la actualidad?
¿Qué cambios sociales se produjeron para que hoy se hable de ella y se valore su figura?
¿Qué otras mujeres conocen que tuvieron un papel central en nuestra historia?
¿Cuáles fueron sus aportes?